Si me piden que señale desiertos,
cartógrafo de obviedades y obviedades,
me negaré
oculto
en el más oculto
rincón de la memoria,
pasto de las eras
cementerio de mí mismo
No estoy dispuesto
a compartir
insomnios de sonámbulo
ni a remover la ceniza
que los muertos
sepultaban en mis hombros
Jamás permitiré que el reflejo
de esas voces
se instale en el mapa del tacto
En cambio les diré:
lleven los despojos
de mi erudita estupidez
a los médanos
que jamás conocieron la marea
y entiérrenlos en una tumba
de cangrejos,
sin lápida
sin cruz
sin gaviotas
y recuerden que deben olvidarme
como el arrecife rechaza las olas
cuando carecen de espuma
y sólo transportan algas
y cadáveres
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